El Tikún de Moshé

El Shaar HaGuilgulim (Puerta de las Reencarnaciones) del Arizal, ofrece una visión profunda sobre el origen y evolución espiritual de las almas a través del proceso de reencarnación (gilgul). En su Introducción 34 (versos 1–8), se expone con notable detalle el recorrido espiritual del alma de Moshé Rabenu, revelando su conexión con figuras claves de la historia bíblica y el secreto místico de su misión.

La raíz espiritual de Hével y su evolución

El alma de Moshé tiene su origen en la raíz del alma de Hével (Abel), quien, según la Kabalá, representa el “hombro derecho” de Adám haRishón y pertenece al nivel de la “Corona de Jésed” dentro de Ze’ir Anpín, una de las configuraciones de las sefirot. Hével encarna el atributo del Dáat (el conocimiento espiritual), que actúa como un equilibrio entre Jojmá (sabiduría) y Biná (entendimiento), y por ello integra los tres aspectos emocionales de Jésed, Gevurá y Tiféret.

A lo largo del tiempo, esta alma se reencarnó en varias figuras: primero en Shet (Set), luego en Nóaj (Noé), y después en Shem, hijo de Noé. Estas etapas representan distintos niveles del alma —Néfesh, Rúaj y Neshamá— que fueron siendo progresivamente rectificados. Esta conexión múltiple se refleja incluso en el propio nombre de Moshé, que contiene letras alusivas a Shet (la “Shin”) y Hével (la “Hey”), indicando que su alma integraba esas raíces previas. La expresión bíblica “Porque del agua lo he sacado” también se interpreta mís­ticamente como una alusión al “agua” de Jésed del Dáat.

El perfeccionamiento de Moshé a través del fuego de la zarza

El proceso de rectificación del alma de Moshé alcanzó un punto crucial durante la visión de la zarza ardiente. Antes de ese evento, su alma aún no había perfeccionado por completo las letras que componen los nombres de Hével y Shet. Esto explica, según el texto, por qué sus primeros hijos, Gershom y Eliezer, nacidos antes de la visión, no alcanzaron altos niveles espirituales.

Durante la revelación en la zarza, el alma de Moshé fue completamente rectificada, incluyendo las letras “Hey-Bet-Lámed” del nombre “Hével”. El fuego de la zarza representa la Gevurá (rigor) aún sin rectificar, y la repetición del nombre “Moshé, Moshé” en el llamado divino señala su transformación completa y definitiva.

Moshé como alma raíz del pueblo de Israel

Se explica que Moshé, al igual que Adám haRishón, contenía en su alma todas las almas del pueblo de Israel. Esto significa que todos los israelitas son, en un nivel espiritual, “hijos” de Moshé. De ahí que la conducta de sus propios hijos no refleje directamente su nivel espiritual personal, pues su tarea era engendrar almas espiritualmente hablando, como líder y transmisor de la Torá.

Hilel, Shamay y la continuación de la raíz de Hével

Posteriormente, las almas de Hilel y Shamay emergen también desde la raíz de Hével. Hilel corresponde al lado del Jésed (bondad) y Shamay al de la Gevurá (rigor). Estas diferencias espirituales se manifestaron en sus personalidades y actitudes: Hilel es conocido por su humildad, mientras que Shamay mostró severidad. Ambos, sin embargo, están relacionados con Moshé a través de las letras de sus nombres, que revelan conexiones ocultas con el nombre sagrado de 72 letras.

La severidad de Shamay condujo a que no aceptara a muchos conversos, lo cual fue considerado un defecto. Por ello, su alma se reencarnó en Shimón ben Azái, quien, aunque no se casó, generó muchas almas de conversos por medio de su estudio de la Torá, imitando así a Avraham, el paradigma del Jésed.

Rabí Akiva y la raíz de Kayín

En contraste, Rabí Akiva pertenecía a la raíz de Kayín, específicamente al aspecto elevado de la “Corona” de Gevurá. Durante 24 años de separación de su esposa, dedicados al estudio intensivo de la Torá, Rabí Akiva logró transformar el rigor en bondad, creando así muchas almas nuevas, especialmente entre los conversos, al igual que Moshé y Avraham.

Este análisis del Shaar HaGuilgulim muestra la continuidad del alma más allá de una sola vida. Moshé no solo fue un individuo, sino un alma matriz cuya influencia se extiende a través de generaciones. Las reencarnaciones de almas como las suyas revelan un proceso divinamente guiado de reparación (tikún) y elevación. Las figuras de Hilel, Shamay, Rabí Akiva y otros forman parte de esta compleja red de chispas espirituales que, a través del tiempo, cumplen su propósito en el gran plan del Creador.

Shaar HaGuilgulim, introducción 34, versos 1-8, según la traducción al español de Ediciones Reé, páginas 121–125.

Sumérgete en este viaje espiritual y sigue desentrañando los tesoros ocultos del Shaar HaGuilgulim. ¡Tu alma te lo agradecerá! 🌿📖

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