De la Creación a la Caída: Adám HaRishón y la Evolución de los Mundos

La historia de Adám Ha Rishón es una de las narrativas más profundas y complejas dentro de la Kabalá, especialmente según se detalla en la porción Bereshit del libro “Shaar haPesukim“. La creación y la caída del primer hombre no solo moldean la comprensión espiritual de la humanidad, sino que también reflejan la interacción y evolución de los mundos espirituales de Beriá, Yetzirá y Asiá.

Vamos a analizar el siguiente fragmento que escribe Jaím Vital en nombre de su maestro en el Shaar haPesukim, Bereshit:

La Creación de Adám Ha Rishón

Adám Ha Rishón fue creado directamente del mundo de Beriá. Según el “Shaar haPesukim”, su cuerpo fue “extraído” desde el Kisé ha Kavod (Trono de Gloria), que reside en Beriá. Este acto de creación no era meramente simbólico; la esencia física y espiritual de Adám está profundamente entrelazada con Beriá. Este mundo, uno de los más elevados en la jerarquía espiritual, le otorga a Adám una conexión directa con las esferas más sublimes del universo.

El Trono de Gloria, desde el cual Adám fue extraído, es una manifestación de la presencia divina y simboliza la pureza y la santidad. Ser creado desde este trono indica que Adám Ha Rishón no solo tenía una conexión física con el mundo material, sino que también estaba intrínsecamente ligado a las fuerzas divinas que gobiernan el cosmos.

La Integración de los Mundos

Adám Ha Rishón no era simplemente un ser físico. Su creación integró las esencias de los tres mundos espirituales principales: Beriá (creación), Yetzirá (formación) y Asiá (acción). Esta integración significa que Adám no solo existía en el mundo físico, sino que su ser estaba profundamente imbuido de las cualidades y energías de estos tres mundos.

  1. Beriá (Creación): Este es el mundo de las ideas y el pensamiento divino. La conexión de Adám con Beriá le otorgaba una profundidad espiritual y una sabiduría que trascendía la mera existencia física. La esencia de Beriá en Adám simboliza su capacidad para entender y reflejar las intenciones y planes divinos.
  2. Yetzirá (Formación): Este es el mundo donde las ideas y los pensamientos comienzan a tomar forma. La influencia de Yetzirá en Adám se manifiesta en su capacidad de formación y estructuración de la realidad. En términos espirituales, esto significa que Adám tenía la habilidad de organizar y dar forma a las energías divinas, creando estructuras espirituales que reflejan la voluntad divina.
  3. Asiá (Acción): Este es el mundo de la acción física y la manifestación concreta. La inclusión de Asiá en Adám significa que él no solo comprendía y formaba la realidad espiritual, sino que también tenía la capacidad de actuar y manifestar esas realidades en el mundo físico. Esto representa la culminación del propósito divino, donde las ideas y las formas espirituales se concretan en acciones y realidades tangibles.

La Extensión Cósmica de Adám

El hecho de que Adám Ha Rishón se extendiera desde un extremo del mundo hasta el otro es más que una descripción física; es una metáfora de su conexión y dominio sobre todas las dimensiones de la existencia. Esta descripción subraya cómo Adám era una manifestación viviente de la totalidad de la creación, abarcando y unificando todos los niveles de la realidad.

Esta extensión simboliza que Adám Ha Rishón, en su estado original, tenía una percepción y una influencia que abarcaban todo el universo. Su ser era un microcosmos del macrocosmos, reflejando la totalidad de la creación en su propio cuerpo y espíritu. Esta unificación es esencial para entender su rol y su caída, ya que cualquier cambio en Adám afectaría inevitablemente a todas las dimensiones de la creación.

La Responsabilidad Espiritual de Adám

La integración de los mundos en Adám Ha Rishón también implica una gran responsabilidad espiritual. Como el ser que abarca y conecta todas las dimensiones de la creación, cualquier acción de Adám tiene repercusiones cósmicas. Su estado de pureza original significaba que estaba en perfecta alineación con la voluntad divina, y su caída representa una fractura que afecta a toda la creación.

La creación de Adám Ha Rishón, tal como se explica el “Shaar haPesukim“, es un evento de inmensa profundidad y significado, que establece las bases para la comprensión de la humanidad, su misión espiritual y su relación con el cosmos. Este acto de creación nos invita a reflexionar sobre nuestra propia conexión con las dimensiones espirituales y nuestro papel en la rectificación del mundo.

La Inclusión de Todas las Almas

Según la Kabalá, cuando Adám Ha Rishón fue creado, todas las almas futuras fueron incluidas en él. Esto significa que cada ser humano que ha existido, existe y existirá, tiene su origen espiritual en Adám Ha Rishón. Esta inclusión subraya la unidad esencial de la humanidad y su conexión común con una fuente divina.

En el “Shaar haPesukim”, se menciona que estas almas provienen de un apareamiento superior, de las gotas de los cinco Jasadim (misericordia) y los cinco Gevurot (severidad) en el Dáat (conocimiento). Esta metáfora indica que las almas son el resultado de una interacción dinámica entre estas fuerzas espirituales, reflejando un balance y una armonía divinos.

La Estructura Espiritual del Dáat

El Dáat, en el que se originan las almas, es una de las sefirot en el árbol de la vida kabalístico, representando el conocimiento y la conexión. En este contexto, el Dáat actúa como el canal a través del cual las energías de Jasadim y Gevurot se combinan para formar las almas. La intimidad es llamada “conocer” en la Torá porque la gota del apareamiento fluye de Dáat, simbolizando la transmisión del conocimiento divino a través de la creación de nuevas almas.

Los otros cerebros, Jojmá (sabiduría) y Biná (entendimiento), son por el bien del hombre, pero el Dáat, compuesto de Jasadim y Gevurot, es de donde la gota sale para dar a luz a otras crías. Esto enfatiza que el Dáat no solo es una fuente de conocimiento sino también el origen de la vida y la continuidad espiritual de la humanidad.

La Conexión de las Almas con Adám Ha Rishón

La inclusión de todas las almas en Adám Ha Rishón implica que cada alma individual tiene una raíz en su ser. Esto no solo establece una conexión espiritual entre todos los seres humanos, sino que también indica que cada alma lleva consigo una parte de la esencia de Adám Ha Rishón. Este concepto es crucial para entender la responsabilidad colectiva y el propósito común de la humanidad en el plan divino.

Adám Ha Rishón, al incorporar las almas de Beriá, Yetzirá y Asiá, se convierte en el punto de convergencia de todas las dimensiones espirituales. Las almas de los niveles más bajos de Asiá hasta las más elevadas de Beriá estaban incluidas en él, reflejando la totalidad y la complejidad de la creación divina.

La Necesidad de Rectificación

La caída de Adám Ha Rishón tuvo un impacto significativo en todas las almas que estaban incluidas en él. Según el “Shaar haPesukim”, después del pecado, los mundos espirituales descendieron a niveles más bajos, afectando la pureza original de las almas. La rectificación de estas almas, a lo largo de los 6,000 años destinados a la historia humana, es un proceso necesario para restaurar la armonía y la conexión con la fuente divina.

El Kadosh, Bendito Sea, organizó que los años del mundo fueran 6,000 años para que todas las almas de Beriá, Yetzirá y Asiá pudieran ser rectificadas. Cada uno de estos periodos de 2,000 años está destinado a una fase específica de este proceso de rectificación, reflejando la evolución espiritual de la humanidad y su progreso hacia la redención final.

La Significación de la Rectificación

La historia de la humanidad, dividida en los períodos de Tohú, Torá y Mashíaj, refleja el proceso de rectificación de las almas y su retorno a la pureza original. Cada fase tiene su propio desafío y propósito espiritual:

  1. 2,000 años de Tohú (Caos): Asociados con Asiá, estos años están dominados por la lucha contra las klipot (cáscaras impuras), representando el caos y la maldad que deben ser superados.
  2. 2,000 años de Torá: Vinculados a Yetzirá, estos años se centran en la recepción y la práctica de la Torá, proporcionando la guía divina necesaria para la rectificación espiritual.
  3. 2,000 años de Mashíaj: Conectados con Beriá, estos años están destinados a la preparación para la redención y la llegada del Mesías, simbolizando el cumplimiento del propósito divino.

Cada alma debe pasar por estos periodos para alcanzar su completa rectificación y reconexión con su origen divino. La inclusión de todas las almas en Adám Ha Rishón subraya que la rectificación de la humanidad es un proceso colectivo, donde cada individuo contribuye a la realización del propósito divino.

Conclusión

La inclusión de todas las almas en Adám Ha Rishón es un concepto fundamental en la Kabalá que revela la unidad esencial de la humanidad y su conexión con el propósito divino. Esta integración de los mundos, la inclusión de todas las almas y los ciclos de rectificación temporal representan un tapiz complejo y profundo que define nuestra comprensión de la creación y nuestra relación con el Creador.

Al estudiar estos conceptos, nos sumergimos en un entendimiento más profundo de nuestra propia existencia y responsabilidad espiritual. La historia de Adám Ha Rishón y la evolución de los mundos nos invita a reflexionar sobre nuestro propósito en el universo y nuestra participación activa en la rectificación del mundo.

La Kabalá nos ofrece un camino para explorar estas enseñanzas sagradas y entender mejor nuestra conexión con lo divino. En el “Shaar haPesukim”, encontramos una guía valiosa que nos lleva a través de los versículos de la Torá y nos ofrece una comprensión más profunda de la creación y el propósito humano.

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Juntos, podemos seguir explorando los misterios de la creación, nuestra conexión con lo divino y nuestro papel en la rectificación del mundo.

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Una respuesta a “De la Creación a la Caída: Adám HaRishón y la Evolución de los Mundos”

  1. Celeste Arias
    Celeste Arias

    Muy interesante, gracias por compartir!

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