La matriz primordial según el Etz Jaím
En el Etz Jaím se nos describe un concepto fundamental para entender cómo la Luz Infinita (Or Ein Sof) se manifiesta en todos los mundos: Adám Kadmón, el “Hombre Primordial”. Este no es un ser humano físico, sino un modelo cósmico, un plano arquetípico que contiene en sí toda la estructura de la creación.
El Arizal explica que, dentro de ese “espacio vacío” que quedó tras la primera contracción de la Luz (el tzimtsum), hay incontables niveles de mundos. Aunque no todos son descritos en detalle en la primer parte del primer portón, se señala que el que nos interesa en principio es el que abarca toda la existencia de ese vacío, porque de él surgen todos los demás mundos. Este es el nivel de Adám Kadmón, mencionado en el Zóhar y en los Tikunim, del cual se fueron desplegando en orden todos los grados posteriores.
Dentro de Adám Kadmón existen las diez sefirot, los diez canales de manifestación divina, que llenan por completo el vacío. Estas sefirot se presentaron primero en forma de círculos concéntricos, unos dentro de otros, representando envolvimiento y jerarquía. Después, dentro de esos círculos, se extendió una línea recta en forma de figura humana, simbolizando un flujo directo desde el nivel más alto hasta el más bajo. Ambas representaciones —círculos y figura lineal— hablan de la misma realidad desde perspectivas distintas: los círculos muestran la idea de contención y envolvimiento, mientras que la figura humana muestra el flujo vertical y la relación directa entre los niveles. En este punto, el Arizal decide enfocarse en la dimensión lineal y dejar el análisis profundo de los círculos para otro momento.
El Etz Jaím explica que, debido a la contracción de la Luz dentro de Adám Kadmón, surgieron en él estructuras capaces de recibir, llamadas kelim (recipientes) y etzmot (esencias o “huesos”, es decir, estructuras internas). Antes de la contracción, no había distinción entre luz y recipiente; todo era luz indivisible. Al producirse la contracción, se generó el espacio para que existieran formas y contenedores de esa luz. Sin embargo, es importante entender que estos recipientes no son objetos sólidos como los que conocemos, sino formas puras, extremadamente sutiles y luminosas. Se les llama recipientes solo en relación con la luz que contienen, pues su pureza es máxima y su esencia es inseparable de la luz misma. El Ari también advierte que no se debe hablar más de este punto en detalle, porque se trata de un nivel muy elevado y profundo, reservado para quienes tienen la preparación necesaria.
En el primer portón 2:31-33, se nos describe cómo Adám Kadmón se extiende desde el extremo más alto hasta el extremo más bajo, atravesando todo el espacio de la emanación. Esto significa que en él están contenidos todos los mundos y niveles de existencia. Sin embargo, la Luz Infinita no puede llegar directamente a los mundos inferiores en su estado puro, pues su intensidad sería imposible de recibir. Por eso, esa luz sale de Adám Kadmón a través de canales y aberturas específicas, llamados metafóricamente “oídos”, “nariz”, “boca” y “ojos”. Estas “ventanas” representan diferentes modos en que la luz se filtra, se transforma y se adapta para ser recibida por los niveles inferiores. Cada uno de estos canales tiene un significado simbólico.
Esta descripción no debe interpretarse de forma física o anatómica. La figura humana de Adám Kadmón es un lenguaje simbólico para explicar cómo la luz divina pasa por diferentes etapas y filtros antes de llegar a los mundos inferiores. Igual que una central eléctrica necesita transformadores y cables para que la energía llegue de forma segura a los hogares, la Luz Infinita necesita estos “canales” para ser recibida sin destruir aquello que la recibe.
Esta explicación está basada en el Etz Jaím, de R. Jaim Vital, Palacio de Adám Kadmón, Portón 1, Rama 2, versos 31-33 (Ediciones Reé, págs. 269-270), uno de los textos más fundamentales de la Kabalá luriana.
Te invitamos a que sigas explorando este extraordinario conocimiento y que permitas que el Etz Jaím te guíe hacia una comprensión más profunda de ti mismo y del universo. Lo que hemos visto hasta ahora es solo una puerta entreabierta; al adquirir el libro completo, tendrás acceso al mapa completo que nos brinda el Arizal, revelando los secretos más ocultos de la creación.
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