En el Etz Jaím, una de las obras más profundas del Arizal, se exploran los complejos conceptos de la creación y estructura del universo desde la perspectiva kabalística. Uno de los temas centrales en este pasaje a estudiar es la “ruptura de los recipientes” (Shevirat haKelim), un proceso que describe cómo las fuerzas divinas intentaron contener la inmensa luz divina en el inicio de la creación, fallando en el intento y “rompiéndose”. Este suceso dio origen a un estado de fragmentación en el que la luz quedó atrapada en “destellos de santidad” dentro de lo que se conoce como klipot o “cáscaras de impureza”. A través de este evento, el Arizal describe la base de la realidad fragmentada en la que vivimos y el propósito espiritual del ser humano: reparar esta ruptura mediante la elevación de los destellos de luz dispersos.
En esta explicación, se desglosan de manera accesible los detalles de este proceso: cómo cada sefirá, o canal de energía espiritual, intentó contener la luz, las razones de sus fallos y la importancia de las últimas sefirot, Yesod y Maljut, en la preservación de una estructura de luz que permite la eventual corrección. Además, se explora el papel de las almas justas y de los sacrificios en el proceso de redención, explicando cómo el esfuerzo humano contribuye a restaurar la armonía cósmica. Esta introducción permite al lector comprender la interconexión entre estos conceptos kabalísticos y la misión de reparar el mundo, una labor que, según el Arizal, es esencial en la vida espiritual. Veamos lo que dice el Etz Jaím en el portón de los principios 1:9-13
Los 8 reyes de Edom
Y he aquí, luego salió la luz de Biná hacia las seis sefirot inferiores, primero salió Dá’at pero inmediatamente se anuló. Este es el primer rey de Edom llamado “Bela ben Beor”. Luego salió Jésed, y tampoco pudo soportar la luz y su recipiente se rompió y descendió. Luego salió Gevurá, y así con todas las demás. Estas sefirot son los siete reyes que murieron, como se dice “y murió, y reinó”, primero reinaron y luego murieron y los siete recipientes se anularon, ya que no tenían la capacidad de soportar la luz que se extendía de una sefirá a otra.
Aunque en Jésed ya se había anulado uno, sin embargo, la luz no dejó de expandirse a través de todas las sefirot en Ze’ir Anpin para ver si podía sobrevivir debido a la distancia. Porque cuanto más distante es, puede soportar más, pero dado que el recipiente inferior es más pequeño que el superior, también él, aunque estaba más alejado, no pudo soportar la luz.
Y he aquí, cuando la luz llegó a Yesod, llegaron dos luces: una para él mismo y otra para dar a Maljut. La parte que le correspondía a Yesod, debido a su grandeza, no pudo soportar la luz y se anuló como los demás, pero la parte que recibió Maljut permaneció en ella y no se anuló. Este es el secreto de “Ben Ishai ‘vive/jay’ en la tierra”. Por eso Yesod se llama “viviente/jay”.
Luego, cuando Yesod le dio a Maljut su parte, si la hubiera dado a través de un tubo, Maljut habría tenido la capacidad para recibir. Pero, por cuanto Yesod se rompió, la luz se reveló y llegó a Maljut con más resplandor y fuerza, y por eso también ella se rompió. No completamente como la primera, sino que se convirtió en una única figura después de la reparación, es decir, logró convertirse en una figura completa a pesar de ser solo una pequeña parte, lo que las seis sefirot inferiores no lograron convertirse en figuras completas como se explicó anteriormente.
Como se detallará, esto se debe a que Maljut no recibió toda la luz, sino solo la parte que Yesod le dio, y no la recibió a través del tubo.
Esto es lo que hemos explicado sobre la ruptura de los reyes: que las luces se retiraron a su lugar en lo alto. Sin embargo, aún quedaron algunos destellos de santidad en los recipientes, y cayeron en las diversas formas de la impureza abajo, y de ellos se originaron las raíces de los recipientes impuros. Aunque se separó el alimento de la basura y ascendió a lo alto, aún así, los destellos de santidad permanecieron en ellos. Esto es lo que nos queda por corregir a través de la oración y las buenas acciones.
Asimismo, las almas de los justos, cuando dejan este mundo, pasan por el mundo de Asiá y elevan de allí los destellos de santidad en la klipá de ese mundo al mundo de Yetzirá. De igual manera, ascienden del mundo de Yetzirá al mundo Beriá, y del de Beriá al mundo de Atzilut, devolviendo la gran luz a su lugar. Este es el secreto del aspecto conocido como “Máyim Nukvin”.
Este es el secreto de los diez mártires que murieron en la época de la destrucción del Templo. Los pecados causaron que la klipá se fortaleciera, y no hubo capacidad para elevar las Máyim Nukvin, que son esos destellos, y el mundo quedó vacío y se derrumbó. Por lo tanto, entregaron sus cuerpos a Maljut, convirtiéndose en Máyim Nukvin para Maljut, mientras que sus almas elevaron las Máyim Nukvin hacia Aba e Ima, esos destellos dentro de la cáscara.
Este es el secreto de lo que dijo Rabí Akiva: “Así ascendió en el pensamiento delante de…” También es el secreto de la razón por la que los reyes de Edom reinaron y murieron. Este es el secreto también de lo que fue dicho: “Crea mundos y los destruye”.
Aunque hemos dicho que los reyes que murieron son los siete niveles de emanaciones de Tiféret desde Jésed hasta Maljut, y que necesitaban corrección. Mira que Jojmá y Biná también necesitaron corrección. Esto se debe a que Biná inicialmente recibía la luz en el aspecto de “espalda con espalda”, ya que no podía soportar la luz “cara a cara”. Como resultado, el recipiente de Biná se redujo y este descenso causó que parte de su luz cayera hacia abajo, es decir, las espaldas de Aba e Ima descendieron y se convirtieron en Ya’akov y Lea.
De manera similar con jojmá, dado que Biná no pudo recibir la luz mencionada, tampoco Jojmá recibió la luz que le correspondía si hubiera estado influyendo “cara a cara” con Biná, y esta caída de luz descendió. Este es el secreto detrás del verso que dice: “El justo ha perecido”, ya que el justo, que es el Yesod, al influir en la Shejiná, recibe su parte y la de ella. Sin embargo, cuando no influye en la Shejiná, solo recibe una parte, y esto no es por defecto suyo, sino por la deficiencia en la recepción de Maljut, que no puede recibir de otra manera.
De manera que incluso la luz que Jojmá debió haber recibido en mayor medida de lo que recibió ahora, así como una porción de la luz que Biná debía haber recibido, descendió hacia abajo al lugar de Zei’r Anpin.
Desarrollo del Proceso de Ruptura
La ruptura comienza cuando la luz de Biná (entendimiento) desciende para llenar las sefirot (canales de energía espiritual) inferiores. La primera sefirá en recibir esta luz es Dá’at (conocimiento), pero no puede contenerla, por lo que “se anula”, es decir, se rompe. Este fracaso en sostener la luz se repite de manera parecida con las siguientes sefirot: primero con Jésed (bondad) y luego con Gevurá (fuerza), y así sucesivamente a través de las sefirot restantes. Cada una de estas sefirot intenta contener la luz en su propio “reino”, pero su estructura no es capaz de hacerlo, por lo que la luz finalmente las desborda y provoca que se rompan. Este es el simbolismo detrás de los “reyes de Edom” en el texto, quienes “reinaron y murieron”, ya que cada sefirá, como cada rey, recibe la luz, no la puede retener, y por lo tanto cae.
Yesod y Maljut: Una Ruptura Diferente
Cuando la luz llega a Yesod (fundamento), que está cerca de la última sefirá, Maljut (reinado o manifestación), ocurre algo interesante. Yesod recibe una porción de luz para sí mismo y otra para transmitir a Maljut. Sin embargo, como en el caso de las sefirot anteriores, el recipiente de Yesod no es lo suficientemente fuerte y también se rompe, pero Maljut logra retener algo de la luz que recibe. Esto le permite a Maljut conservar una cierta estructura estable, aunque en una forma más simple que las sefirot superiores, y este hecho es crucial para la futura “reparación” del sistema.
Los Destellos de Santidad y la Klipá
Aunque la luz retorna a su origen después de la ruptura, ciertos “destellos” de ella quedan atrapados en los fragmentos rotos, lo cual origina lo que la kábala llama klipot (capas de impureza). Estas klipot contienen restos de luz, pero en un estado de impureza, y son vistas como una mezcla de santidad y fragmentación. La misión humana en el plano espiritual, entonces, consiste en “liberar” estos destellos de santidad mediante acciones positivas y oración, devolviendo poco a poco esta luz a su estado puro.
El Rol de las Almas Justas
Las almas de los justos juegan un papel esencial en esta corrección. Según la enseñanza del Etz Jaím, cuando estas almas ascienden al abandonar el mundo físico, atraviesan los niveles espirituales, elevando consigo los destellos de santidad que encuentran en cada nivel. Este ascenso desde el mundo de Asiá (el nivel más bajo) hasta Atzilut (el nivel más alto) es parte de un esfuerzo continuo para restaurar la luz a su lugar original en lo alto.
Los Diez Mártires y el Sacrificio por la Corrección
En un contexto histórico, el texto vincula esta dinámica de elevación y corrección con los diez mártires judíos, quienes murieron en tiempos de la destrucción del Templo. Sus sacrificios físicos se consideran como un acto para liberar la luz atrapada en la klipá. El texto explica que, aunque el mundo estaba en un estado de gran impurificación debido a los pecados, los cuerpos y almas de estos mártires lograron elevar la santidad atrapada, ayudando a restablecer un equilibrio espiritual.
Jojmá y Biná también Necesitan Corrección
El texto finaliza explicando que incluso las sefirot superiores como Jojmá (sabiduría) y Biná también requieren corrección para sostener la luz divina. Biná, por ejemplo, no puede recibir la luz en su máxima potencia y tiene que hacerlo en un modo limitado, de “espalda con espalda”, como si redujera su capacidad para poder contenerla. Esta limitación en Biná repercute hacia abajo, debilitando el flujo de luz hacia las sefirot inferiores. La caída de este flujo se simboliza en figuras como Yaakov y Lea, representando el descenso de lo divino hacia niveles más accesibles pero también más fragmentados.
Este proceso de ruptura y posterior reparación simboliza el propósito humano de transformar el caos en orden, restaurando la armonía original. Los cabalistas enseñan que el estudio, la oración y las buenas acciones son los medios a través de los cuales los humanos contribuyen en esta reparación, ayudando a que la luz regrese a sus recipientes y vuelva a manifestarse de manera completa y perfecta.
Te invito a que sigas explorando este extraordinario conocimiento y que permitas que el Etz Jaím te guíe hacia una comprensión más profunda de ti mismo y del universo. Lo que hemos visto hasta ahora es solo una puerta entreabierta; al adquirir el libro completo, tendrás acceso al mapa completo que nos brinda el Arizal, revelando los secretos más ocultos de la creación.
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