En el siguiente fragmento del Etz Jaím, encontrarás una explicación profunda de uno de los principios centrales de la Kabalá del Arizal: la dinámica de la creación a través de la ruptura y rectificación de los recipientes divinos. Este proceso, conocido como Shevirat HaKelim, describe cómo la luz infinita del Emanador Superior descendió para llenar los recipientes creados con el propósito de albergarla; sin embargo, la intensidad de esta luz era tan grande que los recipientes no lograron contenerla y se rompieron. Esta ruptura da origen a la posibilidad de bien y mal en el mundo, estableciendo así un campo propicio para el libre albedrío y el esfuerzo humano en la rectificación.
A medida que avanzamos en el texto, se revelará cómo el Emanador organiza la luz en cinco configuraciones conocidas como Partzufim —estructuras de diez sefirot completas— para contener y canalizar la luz de manera que los recipientes puedan recibirla sin romperse. Estos cinco Partzufim no solo sostienen la estructura de los mundos, sino que también conectan al lector con las raíces de la creación y la manera en que el ser humano participa en el tikún (rectificación) del universo.
Así dice el Etz Jaím en el portón de los principios 2:1-4
Cuando el Emanador Superior vio que estos recipientes se habían quebrado debido a la intensidad del gran resplandor y no podían soportarlo, decidió en Su voluntad reparar todos los mundos de manera que pudieran soportar esta luz. Esto se logra mediante la expansión de la luz y el alejamiento de los mundos del Emanador Superior, de modo que las luces lleguen de forma más oculta, permitiendo así la existencia de los mundos y dándoles la capacidad de soportar la luz.
Por lo tanto, a partir del punto de Kéter se produjo una expansión en la forma de un partzuf completo de diez sefirot que estaban inicialmente incluidas en él, como se mencionó anteriormente, y ahora se manifiestan, siendo llamado Arij Anpin. De igual manera, del punto de Jojmá se creó un partzuf completo de diez sefirot, y se le llama Aba. Así también, de Biná se creó un rostro completo de diez sefirot, y se le llama Ima. Y de los seis puntos rotos se formó un partzuf completo de diez sefirot, que se llama Ze’ir Anpin. Del décimo punto se creó un partzuf completo de diez sefirot, y se le llama “Bat”, siendo este el quinto partzuf.
Estos cinco partzufim están aludidos en las cuatro letras del Nombre Sagrado: el “kotz” de la Yud en Arij Anpin, la Yud misma en Aba, la primera Hey en Ima, la Vav en Ze’ir Anpin, y la Hey final en Bat, que se llama Nukvá de Ze’ir Anpin.
Pregunta: ¿Por qué el Emanador Superior no creó inicialmente estos cinco Partzufim, y por qué los hizo puntos que se podían romper? ¿No está claro y sabido ante Él que al ser puntos no podrían soportar la luz? La respuesta es que la intención del Emanador Superior era que hubiera libre albedrío y deseo en el hombre, para que hubiera bien y mal en el mundo, ya que la raíz del mal proviene de las siete emanaciones que se rompieron y el bien proviene de la gran luz. Si no fuera así, solo habría bien en el mundo y no habría recompensa ni castigo.
Pero ahora que hay bien y mal, hay recompensa y castigo: recompensa para los justos y castigo para los malvados. Recompensa para los justos, que a través de sus buenas acciones, las chispas sagradas que descendieron son elevadas fuera de las klipot. Y castigo para los malvados, que por sus malas acciones han descendido la luz grande a las klipot, y la klipá misma es un látigo de azotes para castigar al malvado.
Otra razón, es que, siendo que ahora, antes de la rectificación, el punto de Maljut está en el lugar de la cabeza de Arij Anpin que está después de la rectificación, por lo tanto, hay poder a través de nuestras oraciones y buenas acciones para elevarla al lugar que tenía allí al principio.
Volvamos a explicar el orden de la rectificación de los cinco Partzufim. Es decir, que en la distancia de la luz, se rectificaron en Arij Anpin tres cabezas. La primera se llama “Risha Delo Itayada” traducido como “la cabeza que no se conoce”. La segunda se llama “Ein” traducido como “Nada”. La tercera es “Mojá Setimá”, el cerebro cerrado. Las tres corresponden a Jojmá, Biná, y Dá’at en los otros Partzufim.
Así también aquí, las tres cabezas corresponden a Jojmá, Biná, y Dá’at. El final de Atik y la primera cabeza llamada “Risha Delo Itayada” se llaman Atik simplemente. Las siete restantes, desde Jésed hasta Maljut, se llaman Atik Yomín.
La Ruptura de los Recipientes y el Rol de los Partzufim
El Emanador Superior (Ein Sof, o Infinito) emite una luz tan intensa y pura que, al entrar en los recipientes, estos no pueden soportarla y se quiebran. Este fenómeno se conoce como “Shevirat HaKelim” o “la ruptura de los recipientes”. Es un proceso fundamental, pues establece una división entre luz y recipiente, una separación que permite la existencia de los mundos finitos, que ahora están distanciados del Emanador. Esta distancia reduce la intensidad de la luz, permitiendo que los mundos puedan soportarla.
Para llevar a cabo la rectificación de esta ruptura, el Arizal describe cómo el Emanador expande Su luz en cinco Partzufim, o configuraciones completas de diez sefirot, para contener y canalizar la luz de manera que los recipientes no se rompan. Cada Partzuf se desarrolla a partir de un punto inicial:
Arij Anpin: Se deriva del punto de Kéter y es la manifestación de la Voluntad Suprema. Representa un estado de pureza y elevada espiritualidad.
Aba (Padre): Este Partzuf surge del punto de Jojmá, asociándose con la sabiduría primordial y las ideas ocultas que el universo debe revelar.
Ima (Madre): Nacido del punto de Biná, está asociado con la inteligencia y el proceso de comprensión.
Ze’ir Anpin (Rostro Pequeño): Se origina de los seis puntos rotos, y está relacionado con las emociones y atributos más cercanos al ser humano.
Nukvá de Ze’ir Anpin (Bat, la hija): Este Partzuf, creado a partir del punto de Maljut, es el aspecto femenino y receptor de la estructura divina, la cual se corresponde con la realidad material.
Los Partzufim y el Nombre Sagrado
Cada uno de estos cinco Partzufim está aludido en las letras del Nombre Sagrado (Tetragrámaton). Estas asociaciones muestran cómo cada Partzuf, desde los niveles más altos de Kéter hasta la realidad de Maljut, es una manifestación de la divinidad en niveles diferentes. El “kotz” de la Yud se asocia con Arij Anpin, la Yud con Aba, la Hey con Ima, la Vav con Ze’ir Anpin y la Hey final con Nukvá. De esta manera, el Tetragrámaton actúa como una representación simbólica de la estructura divina de los Partzufim.
La Necesidad de la Ruptura y el Libre Albedrío
Aquí surge una pregunta: si el Emanador sabía que los recipientes no soportarían la luz, ¿por qué permitió que se rompieran? La respuesta radica en el propósito divino de crear un sistema donde existan el bien y el mal, y donde el hombre tenga libre albedrío. La ruptura introduce la posibilidad del mal en el mundo, ya que las chispas de santidad cayeron dentro de las klipot (cáscaras o fuerzas impuras). Esto permite que el ser humano, a través de sus elecciones, eleve estas chispas, contribuyendo a la rectificación del mundo. Así, el bien y el mal coexisten, lo que justifica la recompensa y el castigo en la vida espiritual.
El Papel de la Oración y las Buenas Acciones
Las oraciones y buenas acciones tienen el poder de elevar Maljut, originalmente en el lugar de la cabeza de Arij Anpin. A través del esfuerzo humano, es posible restablecer el orden que fue alterado con la ruptura, llevando a cabo un proceso de tikún (rectificación). Esta interacción demuestra cómo el esfuerzo humano es vital para el equilibrio y la armonización de los mundos.
Las Tres Cabezas de Arij Anpin
Finalmente, el proceso de rectificación en Arij Anpin se completa con la formación de tres cabezas que representan distintos aspectos de la conciencia divina:
Risha Delo Itayada (Cabeza que no se conoce): Corresponde a un nivel de sabiduría escondida, tan elevada que permanece incomprensible.
Ein (Nada): Este término señala la percepción de que, ante la infinitud de la Divinidad, todo es como si no existiera, representando un estado de negación del ego.
Mojá Setimá (Cerebro Cerrado): Simboliza un conocimiento oculto y reservado, reservado para quienes logran una conexión elevada con las esferas espirituales.
Estas tres cabezas representan Jojmá, Biná y Dáat en otros Partzufim, manifestándose en Arij Anpin como aspectos que trascienden el entendimiento ordinario.
Este proceso, que incluye la ruptura y posterior rectificación, refleja la dinámica esencial de la creación, donde el mal y el bien coexisten, y el ser humano es invitado a colaborar en la redención del mundo a través de sus acciones. La estructura kabalística de los Partzufim es, entonces, el mapa de cómo la divinidad se canaliza en cada aspecto de la creación, permitiendo tanto la existencia material como el trabajo espiritual hacia la unificación y la rectificación.
Te invito a que sigas explorando este extraordinario conocimiento y que permitas que el Etz Jaím te guíe hacia una comprensión más profunda de ti mismo y del universo. Lo que hemos visto hasta ahora es solo una puerta entreabierta; al adquirir el libro completo, tendrás acceso al mapa completo que nos brinda el Arizal, revelando los secretos más ocultos de la creación.
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