“La luz de Aba desciende en secreto a través de Ze’ir Anpin para revelarse en Yaakov y elevarse en Moshé, uniendo sabiduría y profecía en la emanación divina.”
El Tzélem de Aba e Ima en la cabeza de Ze’ir Anpin
En la Kabalá, la figura de Ze’ir Anpin representa un nivel espiritual intermedio, una especie de “canal” que conecta mundos superiores con inferiores. Esta entidad está compuesta por distintas sefirot (atributos divinos), y sobre ella se proyectan imágenes espirituales llamadas Tzélem, que son como “matrices” o moldes divinos que definen la forma de canalizar la luz celestial.
Aquí se nos dice que la cabeza de Ze’ir Anpin (que representa los aspectos intelectuales y espirituales más elevados) recibe dos tipos de influencias:
- El Tzélem de Ima (la Madre), que corresponde a la sefirá de Biná, el entendimiento.
- El Tzélem de Aba (el Padre), que está relacionado con Jojmá, la sabiduría.
Así como el Tzélem de Ima forma parte de la estructura de Ze’ir Anpin, también lo hace el Tzélem de Aba. Ambos operan desde la cabeza, simbolizando que tanto la sabiduría como el entendimiento se proyectan sobre este canal espiritual.
Además, tres sefirot claves de Aba —Nétzaj, Hod y Yesod— forman un patrón similar al de Ima, lo que implica que hay un paralelismo entre la forma en que el conocimiento y la comprensión fluyen hacia Ze’ir Anpin desde Aba e Ima.
Las dos Binot y las dos Jojmot: el doble juego de sabiduría y entendimiento
En esta parte, el texto profundiza en la interacción entre Aba e Ima, describiendo un fenómeno impresionante: sus atributos no se manifiestan por separado, sino dentro uno del otro. Es decir:
- Biná de Aba se viste en Nétzaj de Ima, mientras que Biná de Ima en Hod de Ima. Esto crea una situación en la que hay dos Binot actuando en conjunto, y el texto menciona el verso: “Porque no es un pueblo con entendimiento”, que alude a la carencia de esta doble iluminación.
- Lo mismo ocurre con las Jojmot (sabidurías): Jojmá de Ima se viste en Hod de Aba, y Jojmá de Aba en Nétzaj de Aba. De aquí surge otra dualidad —dos sabidurías— reflejadas en el verso: “Las sabidurías claman en las calles”, indicando que la sabiduría divina se manifiesta en múltiples niveles.
Además, hay una interacción entre los atributos de misericordia (Jasadim) y rigor (Gevurot). Las cinco Gevurot de Aba se convierten en Jasadim dentro de Ima, y de esta interacción surgen las dos Dá’at (conocimientos), como dice el verso: “Porque un Elohim de entendimientos es Hashem”. Es decir, incluso el rigor puede convertirse en bondad según cómo se canalice.
El misterio de los Yesod: el masculino largo y el femenino corto
El Yesod es la sefirá que canaliza todo hacia el mundo inferior, es como el conducto final por donde fluye la energía divina. Aquí se hace una distinción crucial:
- El Yesod de Aba es masculino y largo, es decir, tiene un gran alcance y capacidad de proyección.
- El Yesod de Ima es femenino y corto, más limitado y receptivo.
Cuando el Yesod de Aba se introduce en el de Ima, una parte de él queda expuesta, lo que representa que dos tercios del Yesod de Aba sobresalen, extendiéndose hasta el final del Yesod de Ze’ir Anpin. Esta proyección de luz es el secreto del verso: “Vapor de vapores” —refiriéndose a la doble emanación que sale del interior de Ze’ir Anpin, una proveniente de él mismo, y otra de Aba.
La transformación de la luz en Ya’akov: la luz sale y se revela
El Yesod de Aba, al proyectarse dentro de Ze’ir Anpin, alcanza una profundidad tal que desde su interior emana luz hacia el exterior. Esta luz que surge se transforma simbólicamente en la figura de Ya’akov, el cual es un nivel espiritual más externo, asociado con la revelación visible de la luz divina.
El texto explica que Ya’akov tiene dos “rompimientos”:
- El primero ocurre cuando la luz sale del Yesod de Aba hacia Ze’ir Anpin.
- El segundo cuando esa luz atraviesa el vientre de Ze’ir Anpin y emerge al mundo exterior.
Esta luz revelada representa la transición desde lo oculto (Aba) hacia lo visible (Ya’akov). Por eso se asocia con el verso: “Entonces surgirá como la aurora tu luz” —pues lo que estaba oculto comienza a brillar.
Rajel y la expansión de la luz femenina desde la espalda de Ze’ir Anpin
Así como Ya’akov emerge al frente de Ze’ir Anpin, Rajel surge desde su espalda, lo que en términos cabalísticos representa el aspecto femenino de la manifestación espiritual, más pasivo y receptivo.
La luz que emerge desde la espalda de Ze’ir Anpin está conectada con el final del Yesod de Ima, y se expresa como una expansión del Nombre de Hashem (Yud-He-Vav-He) en su forma oculta, con letras expandidas.
Aquí se introduce el concepto del nombre “Ehyé” (אהיה), particularmente en su valor oculto (guematría 151), el cual representa una luz interior que perfora un canal de salida, creando un “agujero” por el cual la energía femenina se manifiesta —y esta luz es Rajel.
La separación de los mundos: Ya’akov, Moshé y la diferencia entre ellos
Ahora se diferencia entre dos personajes clave: Ya’akov y Moshé, quienes representan dos formas distintas de salida de luz desde el interior de Ze’ir Anpin:
- Ya’akov es la luz que sale desde adentro hacia afuera, desde el vientre hacia el mundo.
- Moshé representa una irradiación más interna, que viene desde el Yesod de Aba dentro del mismo Ze’ir Anpin.
Los Tikunim (comentarios místicos del Zóhar) lo resumen así: “Moshé desde afuera y Ya’akov desde adentro”, indicando sus puntos de origen y sus respectivos caminos.
Los cinco aspectos de Moshé: una escalera de revelaciones espirituales
Se nos revelan cinco niveles en los cuales Moshé está presente en Ze’ir Anpin:
- Dá’at de Ze’ir Anpin, donde se encuentra la raíz del Yesod de Aba.
- El tercio superior del Tiféret, oculto entre los brazos, un lugar de profundidad espiritual donde Moshé “oculta su rostro”.
- El tercio medio del Tiféret, donde recibe su profecía, más clara que la de otros profetas.
- El Yesod descubierto, donde la luz de Aba es revelada completamente —aquí se menciona el concepto de “Shet”, lo que implica pureza y revelación total tras remover lo que oculta.
- El vapor final (Hevel), la emanación más exterior y sutil, el suspiro de la luz divina que escapa al mundo.
Estas dos últimas letras (Shet y Hevel) forman las letras finales del nombre “Moshé”, mostrando que Moshé es el vehículo final de la luz divina que se revela y se transmite.
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